Transfunsion sanguínea
Una transfusión de sangre es un procedimiento médico relativamente sencillo. En una transfusión, un paciente recibe sangre entera o alguno de sus componentes por vía intravenosa.
Una transfusión de sangre se puede utilizar para reponer una pérdida de sangre o de cualquiera de sus componentes.
Por qué se hacen transfusiones de sangre
Los tres motivos principales de que un paciente pueda
necesitar una transfusión de sangre son los siguientes:
·
Pérdida de sangre durante una operación
o por una herida o enfermedad.
·
Incapacidad de producir suficiente sangre. Algunas
enfermedades y tratamientos pueden afectar negativamente a la capacidad de la
médula ósea para fabricar sangre (p. ej., la quimioterapia reduce
la producción de nuevas células sanguíneas.)
·
Prevenir complicaciones derivadas de
trastornos sanguíneos o hemorrágicos preexistentes, como la anemia
falciforme, la talasemia o la anemia provocada por la enfermedad
renal, la hemofilia o la enfermedad de von Willebrand.
La sangre es como el sistema de transporte del organismo.
Cuando la sangre circula, distribuye el oxígeno y los nutrientes por todo el
cuerpo. También recoge los productos de desecho y los trasporta a los órganos
responsables de eliminarlos al exterior.
La sangre entera es una mezcla de células y líquido, y
cada uno de sus componentes tiene una función específica:
Los glóbulos rojos transportan oxígeno a los tejidos
del cuerpo y eliminan dióxido de carbono.
Los glóbulos blancos defienden al cuerpo de las
infecciones fabricando anticuerpos, que ayudan a destruir a los gérmenes
extraños que entran en el organismo.
Las plaquetas, las células sanguíneas de menor
tamaño, ayudan a la coagulación de la sangre y a controlar las hemorragias.
El plasma es la parte líquida amarillenta de la
sangre. Es una mezcla de agua, proteínas, electrolitos, hidratos de carbono,
colesterol, hormonas y vitaminas.
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